Nuestros queridos perros y gatos viven expuestos a ciertas enfermedades que se pueden considerar peligrosas. La cetoacidosis diabética si el animal sufre diabetes mellitus es una de las más complicadas, requiriendo el inmediato ingreso en una clínica hospitalaria.
Como es sabido, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) así lo describe, la diabetes es una “enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce insulina suficiente o cuando el organismo no utiliza eficazmente la insulina que produce”.
El efecto de la diabetes no controlada es la hiperglucemia (aumento del azúcar en la sangre). La insulina está considerada como la llave de paso que permite el paso de la glucosa. Cuando este paso no funciona correctamente, el organismo lo malinterpreta. Esto significa que, aunque haya suficiente glucosa en sangre, el organismo no lo recibe correctamente, creyendo que es escasa y que, por lo tanto, debe producirse más, aumentando la cantidad y dañando el propio organismo.
Este problema conocido como diabetes mellitus se da con bastante frecuencia en los perros y gatos de edad avanzada. En el caso de los perros, las hembras sin esterilizar poseen un nivel más elevado de incidencia que los machos. En los gatos es justamente lo contrario, sobre todo si padecen obesidad y son sedentarios.
Tipos fundamentales de diabetes
Las variantes de este exceso de azúcar en la sangre más importantes y con mayor incidencia en los animales son las del tipo 1 y las del tipo 2.
En la diabetes tipo 1
Aparece una falta de insulina debido a la incapacidad de producir suficiente de este tipo de hormonas por parte de las células beta del páncreas. Es la más habitual en los perros y en los gatos.
En la diabetes tipo 2
Como consecuencia de un bloqueo producido por los receptores o por una falta de hormonas diabetógenas, se produce una elevada resistencia a la insulina. Esta insulinoressitencia debe ser contrarrestada lo antes posible, pues puede derivar en diabetes tipo 1. La pancreatitis, la obesidad, las infecciones, el hipo e hipertiroidismo, el hiperadrenocorticismo (síndrome de Cushing), las patologías hepáticas y renales y las neoplasias son algunas de las causas más frecuentes para dar paso a esta enfermedad.
Entonces… ¿Qué es la cetoacidosis diabética?
Cuando los niveles de las cantidades de azúcar en la sangre, es decir, de glucemia, se descompensan en exceso, bien tenga un origen en el descontrol de la diabetes o por la complicación de otras enfermedades, como la piómetras, la pancreatitits, las sepsis. En estos casos, si se generan cuerpos cetónicos y acidosis metabólica es que el animal está sufriendo de cetoacidosis diabética.
Los signos clínicos que advierten de este mal, siendo observables fácilmente, son; depresión, debilidad, vómitos, aumento de la frecuencia respiratoria, aliento con olor a acetona… Los signos clínicos que presente van a depender de si ha sido o no diagnosticado previamente de diabetes mellitus.
Si padece de diabetes mellitus
Indiferentemente de que sea el tipo 1 o 2, o se origine por complicaciones recientes o por falta de seguimiento de alguna de ellas.
Si todavía no ha sido diagnosticado de diabetes
En este caso es menos probable que el anterior, ya que normalmente el dueño del animal percibe algunos de los signos habituales de esta patología, como son aumento de la ingesta de agua, mayor cantidad de veces que va a orinar, siendo esta pegajosa por la pérdida de glucosa. También se da un aumento del apetito, junto a una pérdida de peso, o bien la aparición de cataratas diabéticas.
Cómo debe ser el diagnóstico de una cetoacidosis diabética
Para tener certeza sobre esta enfermedad se ha de llevar a cabo una serie de pruebas diagnósticas básicas, como son una analítica completa de sangre y medición de cuerpos cetónicos, una analítica de orina que incluya urocultivo y antibiograma, gasometrías seriadas (para confirmar si el animal está en un estado de acidosis metabólica y poder continuar analizando su evolución) y pruebas de imagen (ecografía abdominal y radiografías de tórax).
El tratamiento
Por último, la hospitalización cuando se confirma el diagnóstico. Es obligado que el animal reciba un tratamiento completo urgentemente para que, posteriormente, se lleve a cabo una monitorización de su evolución.
El tratamiento en el hospital conllevará fluidoterapia para reducir los niveles de deshidratación y los procesos para administrar la insulina regular o de acción rápida, según las necesidades del perro o del gato. Una vez controladas las glucemias y los cuerpos cetónicos, se pasará a la aplicación de insulina subcutánea de acción más lenta hasta que se pueda suministrar de forma ambulatoria en casa.