Qué es la Leptospirosis canina
La leptospirosis en los perros es una enfermedad de origen bacteriano, con consecuencias graves que pueden dar el paso y contagiar a las personas. Este mal canino es una zoonosis, es decir, que puede infectar a otras especies, de las más extendidas del mundo. Como norma general, las defensas naturales de un perro fuerte y sano podrán hacerle frente y superarla, en perros más débiles podría acarrear lesiones renales y hepáticas de mayor o menor gravedad.
La causa de la enfermedad
La leptospirosis está causada por una bacteria espiroqueta llamada Leptospira, bastante abundante y distribuida por todo el mundo. El agua estancada es la forma más habitual de contagio, si sobre esta agua ha orinado un animal ya infectado. La infección se produce al ingerirse o por contacto con alguna herida de la piel.
Del mismo modo, las ratas constituyen un peligroso almacén móvil para contagiar a los perros de Leptospira y, en ocasiones, por zoonosis, a las personas. Los roedores no sufren los efectos de la enfermedad, pero son portadores, abundando los individuos infectados en sus colonias.
Como se ha comentado, los perros son capaces de contagiar Leptospira a los seres humanos y a otros perros a través de la orina. Es posible que una vez infectado se conviertan en portadores crónicos, pero no muestren ningún síntoma. Esta situación puede poner en riesgo la salud general de una familia o de otras mascotas que compartan el entorno. La única forma de evitar el contagio es practicando rigurosas prácticas de higiene.
En los casos más extremos, esta enfermedad puede producir la muerte, tanto a los perros como a las personas.
Cuáles son los síntomas de la leptospirosis en los perros
Aunque de forma general puede manifestarse a partir de un buen número de síntomas que lleve a confusión con otras enfermedades contagiosas, suele evolucionar más rápidamente que la hepatitis viral canina y que el moquillo, dos enfermedades muy comunes en los perros.
Los síntomas que padece un perro contagiado con estas bacterias pueden tener diferentes grados, desde inexistentes hasta la muerte. Hay que observar los síntomas más habituales y llevarlo urgentemente al veterinario en caso de observar algunos de los siguientes cuadros:
Fiebre alta (que puede disminuir poco después de contagiado), gastroenteritis, con vómitos y diarrea que en ocasiones pueden contener sangre, Ictericia (coloración amarillenta), como consecuencia de la alteración del hígado.
A simple vista también se puede observar si la orina es oscura, si presenta una deshidratación acusada, tiene congestión de las mucosas, aparece demasiado tiempo aletargado o sufre una insuficiencia renal aguda (disminución de la cantidad de orina, retención de líquido, nauseas…).
Los perros más saludables lograrán recuperarse, lo harán lentamente y sufriendo algún ataque, pequeño y recurrente. La enfermedad terminará desapareciendo a través de la orina y el perro podrá volver a estar completamente sano. Es posible, en cualquier caso, que quede algún tipo de secuela de forma permanente en el riñón que disminuya su esperanza de vida y lo deje más débil.
Diagnóstico clínico
Como es enormemente parecida a otras enfermedades, sobre todo infecciosas, pero también de otros tipos, se hace complicado llevar a cabo un diagnóstico fiable. En todo caso, el profesional podrá pedir pruebas diagnósticas, ya que existe un serio riesgo de zoonosis hacia las personas y una necesidad perentoria para acertar con el tratamiento.
Las pruebas pueden ser la observación de la orina al microscopio para detectar las bacterias de Leptospira, aunque sigue sin ofrecer resultados fiables al 100 %. El análisis de sangre también es una posibilidad para detectar los anticuerpos que el organismo fabrica para defenderse de las bacterias. Este es, posiblemente, el método más eficaz para confirmar la infección en su primera etapa.
Tipos de leptospirosis
En los análisis se podrá localizar alguno de los tipos existentes de esta bacteria. A las más habituales se las conoce con el nombre de canicola e icterohaemorrhagiae. De hecho, los perros están considerados reservorios de estas bacterias.
La vacunación masiva que se ha realizado ha reducido las probabilidades de contagiar alguna de estas dos servovariantes, pero, desgraciadamente, otras parecen estar ocupando este lugar, como la bratislava y la grippotyphosa.
Cómo tratar a los perros infectados
Al ser una enfermedad bacteriana, puede ser tratada con diversos antibióticos. Esto conlleva un tratamiento extra de soporte para recuperar o proteger los órganos, evitando que se dañen o ayudando a su recuperación.
Tratamiento antibiótico
La rehidratación debe considerarse una prioridad, por lo que debe realizarse prestando especial atención a las concentraciones de sales, que sean siempre las correctas.
Se debe usar medicación auxiliar para el control de síntomas, como la diarrea, los vómitos y el dolor. Así mismo, se deberá recurrir a algunos medicamentos que limiten el daño a sus órganos.
Por último, es importante mantener o incrementar los cuidados necesarios para mantener al perro aseado y cómodo, recibiendo cariño y protección.